En la selva del sur de Colombia, los narcotraficantes hacen todo lo posible para proteger sus cargamentos de cocaína. Allí se ocultan laboratorios de drogas y bases navales improvisadas, donde los cárteles construyen sus propios submarinos para exportar la cocaína al mercado estadounidense. Por esta razón las autoridades luchan para detener el flujo de estupefacientes en la zona. La Armada estima que intercepta poco más de la mitad de las 1.200 toneladas de cocaína que se producen cada año.