A 30 años del genocidio tutsi en Ruanda, en el que la mayoría hutu exterminó a 800.000 tutsis en medio de tensiones sociales y odio racial durante el periodo colonial, aún hay un sonoro vacío de Justicia. En tres décadas se ha condenado a más de 700 personas por las masacres ocurridas entre abril y julio de 1994, pero faltan muchas por el delito de genocidio y el tiempo apremia para que los instigadores, hoy en avanzada edad, comparezcan ante la Justicia. El objetivo de quienes combaten el olvido en los tribunales: que se les pueda devolver la dignidad y el lugar a las víctimas de uno de los episodios más aterradores de la historia reciente.