En Guatemala, una mina de níquel a cielo abierto es acusada de causar estragos en el ambiente y de violar los derechos de los pueblos indígenas. La mina es dirigida por rusos y ucranianos, nacionalidades que aunque libran una guerra en Europa, son aliadas en Centroamérica por su experticia en la extracción de níquel. Una mina que no cesa sus operaciones pese a los fallos de los más altos tribunales que así se lo exigen.